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Bienvenido a mi blog personal donde iré dando buena cuenta de mis trabajos literarios, y a través del cual podrá ponerse en contacto directo conmigo.

jueves, 27 de enero de 2011

Primer capítulo de "EL ENIGMA DEL DESIERTO"

El humo de mi pipa se acumulaba poco a poco en el techo de mi pequeño despacho. El silencio en aquella estancia era lo más sobresaliente, pues no había ni un triste ventanal en el sótano, y el ruido de la calle no llegaba hasta esas profundidades.

                Vacié mi pipa, la limpié y la volví a llenar. Mi mechero de gasolina necesitaba nueva carga, ya que necesitaba varios intentos para conseguir la tan ansiada llama.

                Di un par de caladas y solté el humo lentamente, procurando degustar ese tabaco suave. Me levanté y observé detenidamente las estanterías llenas de libros, las baldas repletas de pergaminos, los cuadros, las pequeñas estatuas, y los cajones parcialmente cerrados por donde sobresalían trozos de cerámica y pedazos de metal que, antaño, apenas eran algo más, pero que miles de años después, eran codiciados tesoros.

1.- EL REGRESO DEL PASADO

                Me encontraba deliberando sobre todo aquello, cuando tras la puerta de cristal de mi despacho, se dibujó una silueta conocida. El invitado golpeó con los nudillos suavemente la madera y me acerqué a abrir.

                -Ricardo Caballero.- Dijo el hombre.- Veo que estás muy atareado. ¿Vuelvo en otro momento?-

                -Menos bromas Julián.- Dije haciéndole un ademán para que entrara.

                Julián, era un viejo amigo, de unos sesenta años, rollizo y de mejillas sonrosadas, tenía una prominente calva que sólo dejaba pelos en los flancos de su testa. Usaba unas gruesas y antiguas gafas de pasta, que sólo se quitaba para ponerse las de leer.

                A pesar de no ser un tipo conocido, dentro del círculo arqueológico habría sido tomado como una eminencia, si no se hubiera dedicado a buscar fantasiosos tesoros que sólo consiguieron minar su reputación una y otra vez, a la par que iba cosechando fracasos.

                -Siento no poder ofrecerte una copa, sabes que no bebo alcohol apenas. Sólo tengo algunas latas de té frío, agua, y algún refresco, aunque también tengo café que hice esta mañana.-

                -Dame un refresco, hace demasiado calor para café.-

                -¿Qué te trae por mi despacho?- Dije al tiempo que abría la pequeña nevera, parecida a las de los hoteles, y sacaba unas latas de refresco.

                -Se está haciendo una excavación en Libia a unos cien kilómetros al este de Jalu.-

                -Algo he oído.- Le tendí a Julián un vaso con el refresco burbujeante.- ¿Estás metido en ello?-

                -No. Sólo me mantienen ligeramente informado. Sabes que mi especialidad se centra en las culturas centroamericanas.-

                -¿Han encontrado algo?-

                -Sí.- Julián se levantó y comenzó a caminar por la estancia.- Pero no lo que esperaban.-

                -No te entiendo.-

                -Verás… ¿Qué sabes de esa zona?-

                -Al principio, sus habitantes fueron utilizados como mercenarios, es uno de los países africanos con mayor esperanza de vida, su idioma oficial es el árabe, pero también hablan beréber e italiano, son de religión islámica casi en su totalidad.-

                -Aprobado.- Dijo con una sonrisa.

                -Dime…- Dije intrigado.- ¿Qué han encontrado?-

                -De momento una cúpula enterrada en el desierto.-

                -Puede ser de alguna mezquita, o de alguna construcción de un pueblo enterrado por las arenas.-

                -Aún no se sabe. No hay constancia de construcción alguna en aquella zona. Ni mezquitas, ni pueblos, ni ciudades, ni siquiera un maldito campamento.-

                -¿Entonces, a qué viene ese misterio?-

                -La versión oficial es que no se sabe qué se ha encontrado. Pero ya han llamado a alguien para que investigue, con lo cual, deben saber más o menos qué es.-

                -No sólo has traído tú el misterio, lo trae la excavación ya de por sí…- Me senté en la silla con el vaso de refresco. No tenía total seguridad, pero pensaba que había algo que Julián no me quería contar, o que le daba miedo.- ¿A quién han llamado?-

                Julián titubeó un momento, movió sus gruesos dedos, nervioso, por encima de los reposabrazos del sillón, el vaso de refresco casi temblaba.

                -Julián.- Dije casi comprendiendo.- ¿A quién han llamado?-

                -Han llamado a Laura.- Dijo al fin bajando la vista.

                Laura. No daba apellido, pero viendo su actitud sabía perfectamente a quién se refería. Laura Maltó, la mujer con la que compartí mi vida universitaria, y que me abandonó el día de nuestra boda para ir a unas excavaciones cerca de Belén. Hacía casi dieciocho años que no sabía de ella, y la pronunciación de su nombre había caído como una losa sobre mí.

                -Laura…- Dije pensativo, casi notaba como si me hubiera hundido en el sillón, como si de un agujero se tratara.- Pero Laura es experta en cristianismo… es imposible que haya una iglesia ahí enterrada.-

                -Pues es a la que han llamado. Y la gente que dirige esa excavación no es de las que comenten errores a la hora de llamar a alguien.-

                -¿Sigue con…?-

                -Sí. Desde la excavación de Belén no se han separado.-

                -Entiendo…- Todo mi pasado venía a la mente, lo había tratado de olvidar, pero había vuelto como si de un boomerang se tratara.

                -No podías competir, Ricardo. Ni con su pasión por la excavación ni con…-

                -No pretendía competir.- Le interrumpí.- Sólo comprender el porqué. Ella sabía perfectamente que me habría marchado a Belén con ella, incluso posponiendo la boda.-

                -No era ese vuestro destino.-

                Recordé de pronto mi pipa. Se había apagado, y permanecía sobre la mesa. La cogí y la volví a encender.

                -El tabaco acabará con tu vida antes que cualquier otra cosa.- Dijo Julián dejando su vaso vacío sobre la mesa.

                -Si las bacterias, la contaminación y todas las partículas venenosas que traen las momias por el aire enrarecido en el que han estado durante milenios, no me han matado, dudo mucho que una pipa lo haga.-

                -Tu padre también decía lo mismo.-

                Su voz se había apagado y sus destellantes ojos azules habían perdido su brillo.

                -No fue el tabaco lo que le mató. Fue aquella flecha que encontró en la selva… aún tenía curare.-

                -Lo sé. Es irónico… hacía tres meses que había dejado de fumar por prescripción médica, ya que le daban tan solo un año de vida si seguía fumando… y lo que le mató fue otra cosa.-

                -Fuisteis amigos durante más tiempo de lo que yo fui su hijo. Os conocíais desde pequeños. Gracias a vosotros me dedico a esto.-

                -Y haces honor a la memoria de tu padre. Un joven fumador, con una inteligencia y unos conocimientos generales bárbaros. Recuerdo cuando te regalaron tu primer libro de historia, sobre los Hunos. Lo miraste con mucha seriedad, casi con recelo, pero en cuanto abriste la primera página, no pudiste despegarte de él.-

                -Fue una prueba de fuego, si ese libro me apasionaba, sabía que todo en la historia me llamaría la atención. Aún guardo el libro.- Señalé con mi dedo índice hacia una estantería del fondo del despacho, ahí se amontonaban varios libros, y entre ellos estaba el que me regalaron.- Recuerdo que un año después de terminarme el libro, mi padre nos llevó de viaje a los Alpes. Fue maravilloso.-

                -Sí. Recuerdo que tuve que cuidar vuestras plantas durante todo un mes.- Dijo Julián con una sonrisa entre complacido y complaciente.

                -Y dime…- Dije distraído, intentando parecer poco interesado.- ¿Cuánto hace que llamaron a Laura?-

                Julián sonrió sabiendo que la incertidumbre y la curiosidad me estaban matando desde la primera vez que pronunció su nombre.

                -Unas dos semanas.- Dijo al fin.- Supongo que aún no le han mandado el billete de avión.-

                -¿Y cómo te has enterado?-

                -Los rumores por los círculos en los que nos movemos están a la orden del día. Y cuando te cuentan algo, debes creerte la mitad, pero cuando te lo cuentan muchas personas, empiezas a tener tus dudas.-

                -Rumores, siempre rumores.- Dije levantándome de la silla. La pipa yacía ya apagada sobre la mesa, se había volcado y algo de tabaco impregnaba la mesa. Como siempre.- ¿Cómo fiarse de los rumores?-

                -¿Alguna vez te he mentido?-

                Tenía serias dudas sobre si lo que me contaba era cierto, demasiado extraño, demasiado coincidente, dieciocho años después, precisamente ella, con la misma persona aún…

                -No.- Respondí decidido.- Nunca lo has hecho, pero es que me resulta tan extraño…-

                -Justo hace diez años, lo sé.-

                -Diez años… aquel entierro jamás lo olvidaré. Aquel día todo el mundo se limitó a decirme lo mucho que me parecía a él. Lo bueno que era, el gran profesor que fue, el magnífico arqueólogo en que se convirtió… pero yo, y sólo yo podía decir: “Todo eso no importa, lo importante es lo buen padre y marido que siempre fue”.-

                -¿Has vuelto al cementerio?-

                -No. Una lápida con dos nombres y unas flores secas, es todo lo que hay. No necesito ir para allá para recordarlos.-

                -Algunas veces viene bien para poner las cosas en claro.-

                -Bueno. Supongo. Pero de momento prefiero no ir. No se me ha perdido nada ahí.-

                -¿En qué andas metido últimamente?- Dijo mirando los papeles que se amontonaban en mi mesa.

                -Me llegaron unos mapas de Piri Reis, llevaba tiempo buscándolos y lo sabes.-

                -Piri Reis, el almirante turco… ¿No fue él el que cartografió Sudamérica y la Antártida con valles y ríos en 1514?-

                -Sí, eso dicen.-

                Julián se levantó de su silla y ojeó los papeles. Apartó unos amarillentos folios, y pareció no prestarle atención a los mapas, sólo recogió un libro que tenía debajo de aquella amalgama de datos.

                -El Critias y el Timeo.- Dijo observando el lomo.- ¿Aún andas con eso de la Atlántida?-

                -Sabes que nunca cejaré en mi empeño de encontrar ese continente.-

                -Es un mito. Y lo sabes.-

                -Lo mismo dijeron de Troya, y mira. Ahora es tan real como la ciudad que pisamos.-

                -Desde luego Ricardo, -Dijo meneando la cabeza, cansado de discutir lo mismo conmigo cada día.- eres incorregible.-

                Observé cómo escrutaba las páginas de ambos diálogos de Platón con más curiosidad de la que estaba dispuesto a admitir. Todos tenemos secretos inconfesables, o pasiones que nos pueden llevar a locuras.

                -¿Sabes?- Dije tras una pausa.- Creo que podría ir de viaje a buscar algunos datos.-

                Julián me miró inquisitivamente, sabía lo que iba a decir, pero necesitaba oírlo de mis labios.

                -¿Y dónde vas a buscar esos datos?-

                -¿Qué tal Libia?-

martes, 11 de enero de 2011

Hasta los concursos, y más allá.

Estoy preparando mi novela "Al Final de la Cueva" para presentarse al VII Premio de Novela Fernando Lara. Esperemos que haya suerte.

martes, 4 de enero de 2011

La vida

La vida pasa,
pero tú te quedas.
A ti, que siempre has estado ahí,
desde el primer momento,
desde el primer aliento,
desde el primer latido.
A ti que te debo tanto,
a ti que te amaré más allá del tiempo y la memoria.

Porque eres la luz
que ha iluminado mi camino,
que estaba lleno de sombras.
Porque pienso en ti 23 horas al día.
Porque te has convertido
en imprescindible para mi existencia.

Te cuelas furtivamente en mis sueños
y te me escapas en cada suspiro,
tan etérea y tan al alcance de muy pocos.
Nuestra amistad férrea nos une
más allá de lo que jamás pensé que podría unir,
nuestras vidas se entrecruzan cada segundo
para perderse en un instante del alma.
No me pidas poco porque te lo mereces todo.

Tú.
Sí.
Sabes que es a ti,
porque lees esto y sonríes por la ironía.
Nadie más sabe que eres tú,
y puede que nunca lo sepan,
pero no me importa,
es de los dos y de nadie más.
Estoy orgulloso de poder sentir así.
Estoy feliz de que me hayas enseñado a sentir así. 

Permaneceré siempre a tu lado,
pues para eso estoy en el mundo,
para ser el báculo de los que no pueden caminar,
para ser el colchón de los que tropiezan,
para ser la mano amiga que se tiende
cuando lloras.
Para eso he sido diseñado,
y me siento muy feliz de poder hacerlo.
Soy muy poca cosa,
pero me siento grande
de poder mirarte a la cara.

Una sonrisa tuya,
dedicada a mí,
es el punto de apoyo
con el que moveré el universo
y la vida,
doblegaré a la existencia,
y triunfaré donde los demás fracasaron.
Aquí estoy, aquí soy, aquí me tienes.

"Quiero que escuches estas palabras
Un mensaje soterrado encierran"

La fuerza del universo está en tu mirada,
y la vida de este humilde, en tus manos.

domingo, 2 de enero de 2011

Aquél beso

Buscando en los cajones de mi alma
encontré un beso que me diste.

Lo cogí, lo apreté contra mi pecho,
y me hizo recordar tiempos pasados
de besos en el estío, y miradas de la luna.

Me vinieron a la memoria
aquellos abrazos eternos,
aquellas miradas profundas,
donde nos contábamos todo
sin mover la boca
más que para unirla a la tuya.

Pensé guardar el beso
en el otro cajón con los demás,
pero preferí colgarlo de mi cuello
cerca de mi corazón
porque ese fue especial,
ese fue el primero.