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martes, 1 de febrero de 2011

Primer capítulo de "AL FINAL DE LA CUEVA"

1

Un día cualquiera

            La luz del verano se hacía hueco por entre las ramas de los árboles del bosque del pequeño pueblo de Galston, los pequeños Sam y Seth Smith caminaban despreocupados junto a su padre, los pájaros cantaban alegres, pero el calor era casi abrasador, el mediodía de ese 20 de Junio era tremendo.

            Por la tarde, los niños corrieron como locos hacia un pequeño arroyo que corría por entre los desniveles del bosque, se bañaron y jugaron hasta que se hartaron, mientras su padre John, les observaba atentamente y hablaba por su teléfono móvil con su esposa, Rose.

            Al colgar, John llamó a sus hijos, que llegaron empapados a donde estaba su padre.

            -Mis queridos compañeros.- Dijo John, emulando a un general del Séptimo de Caballería, con su pipa en la mano y sacando toda la barriga que podía, percibiendo las carcajadas de los niños.- Nos presentamos ante un grave dilema.- Más risas infantiles.- Podemos volver a casa y cenar con vuestra madre, o podemos cenar aquí y dormir en aquella cueva.- Dijo levantando uno de sus gruesos dedos.

            -¡A la cueva!- Gritaron los niños a coro.

            -Bien, pues entonces adelante.-

            Se adentraron un poco en la cueva y encendieron una generosa hoguera, que pronto llenó de luz el habitáculo.

            Al poco, John percibió que la cueva gozaba de cierta profundidad y decidió explorarla un poco.

            -Voy a explorar esta cueva un poco, así se me abrirá más el apetito. Vosotros quedaos aquí y vigilad el fuego que no se extinga.-

            John desapareció en la oscuridad de la cueva ante la atenta mirada de los dos niños que se quedaron sentados a los lados de la hoguera, Sam con un palo avivando las llamas.

            Pasaron más de dos horas antes de que Sam empezara a notar que algo no iba bien. No dejaba de mirar al fondo de la cueva y cada vez estaba más preocupado.

            -¿Qué te ocurre Sam?- Le preguntó Seth.

            -Nada, solo quiero que papá llegue pronto. Oye, ¿por qué no vamos a buscarlo y así le damos una sorpresa?-

            -Pero papá dijo que nos quedáramos vigilando el fuego.-

            -Ya, pero si le ponemos un leño más, no creo que se apague.-

            -Bien.-

            Los dos niños se levantaron y se adentraron en la cueva. Tenían bastante frío y las linternas alumbraban muy poco. Pronto llegaron a un extraño resplandor que brillaba con una luz entre azul y violeta.

            -Parece que es el reflejo del fuego, pero estamos muy lejos de la hoguera como para que se refleje.- Dijo Sam.- ¿Dónde estará papá?-

            De repente, cuatro manos salieron del resplandor y llevaron a los niños hacia el otro lado del brillo.

            En la comisaría, Stan acababa de entrar en el despacho de su jefe.

            -Comisaría de policía de Galston. ¿Sí?-

            -¿Bradley?-

            -No, soy Stan, Bradley ha salido a patrullar.-

            -Soy Rose Smith.-

            -Dígame, Sra. Smith. ¿Otra vez John borracho o alguna travesura de Sam y Seth?-

            -No, esta vez es más grave.-

            Entonces Stan se sentó en la silla del despacho y quitó el manos libres del teléfono, cogió el auricular y habló en voz baja.

            -¿Qué ocurre?-

            -Se fueron los tres de excursión al bosque hace dos días, y aún no sé nada de ellos, tendrían que haber llegado ayer por la mañana como muy tarde, pero John tiene el teléfono desconectado.-

            -No se preocupe, iré a buscarlos.-

            -Gracias.-

            -Terence, acompáñame a buscar a los Smith al bosque.- Dijo Stan cuando colgó.

            -¿Al bosque?-

            -Sí, esos inconscientes se quedaron a dormir en el bosque.-

            -¿Cómo se les ocurrió a esos inconscientes meterse en el bosque de noche?-

            -Quizá no lo planearon así, quizá se perdieron. Le dejaré una nota a Bradley.-

            “Bradley:

                        Terence y yo hemos ido a buscar a los Smith al bosque, si necesitas algo, llámanos, el móvil estará encendido.

                                                                       Stan

            -Bien.- Dijo Stan.- Vamos.-

            Una vez llegaron al bosque, siguieron el rastro de huellas que habían dejado, además de las bolsas de patatas fritas que los niños (o incluso el propio John), habían dejado tiradas en el suelo.

            Se separaron unos cinco metros el uno del otro y comenzaron la búsqueda por todo el bosque. Stan se fijaba en cada rama rota, cada huella en suelo, en cualquier cosa que diera indicios de que ahí estaban los chicos y su padre.

            -Eh, Stan.- Dijo Terence.- Mira esa cueva, puede que entraran.-

            -Vamos a verlo.-

            En la entrada de la cueva encontraron una hoguera ya apagada. Terence se agachó y cogió algunas cenizas.

            -Están frías.- Dijo.- Han pasado la noche aquí quizás, pero se fueron por la mañana.-

            -Vamos dentro, quizás están perdidos. Dicen que esas cuevas son un laberinto de galerías que abarcan toda la zona.-

            Se adentraron poco a poco, con sus linternas, iban muy en silencio, sólo se escuchaban los pasos huecos de los dos policías.

            De pronto, Terence se quedó parado, no dio ni un paso más.

            -¿Qué ocurre?- Dijo Stan.

            -¡Shhhhh! He visto como algo se movía en la oscuridad.-

            Los dos se quedaron escuchando con atención, entornando los ojos, no queriendo apuntar con las linternas, parecía algo que se movía lentamente.

            De pronto, el móvil de Stan sonó y los dos dieron un respingo, dejándose caer ambos al suelo.

            -Es Bradley.- Dijo Stan mirando la pantalla.

            -Joder, vaya susto nos ha dado.-

            -¿Sí?-
           
            -Stan, soy Bradley. ¿Dónde os habéis metido?-

            -Estamos en el bosque, John Smith se fue de excursión con sus hijos hace un par de días y aún o han vuelto.-

            -John sí ha vuelto. Está en el hospital. Alguien le ha amputado el brazo derecho de cuajo. Luego le tomaré declaración. -

            -¿Y los niños?-

            -Aún no han aparecido, buscadles. Y tened cuidado.-

            -Bien.-

            Ambos continuaron la marcha una vez que se recuperaron del susto y llegaron al final de la cueva.

            -Aquí no hay nadie.- Dijo Terence.- Deben haberse ido. Volvamos.-

            -Espera. ¿No ves lo mismo que yo?-

            -¿Qué se supone que tengo que ver Stan?-

            -¿Es que no lo ves? Esta luz que emana de aquí.-

            -Estas mirando una pared de roca Stan, ahí no hay nada.-

            -No me creo que no lo veas, míralo, está aquí, es una luz, hay algo atrás, son como dos niños, o dos hombres bajitos, no los veo bien, se acercan, la luz los hace borrosos. ¡No puede ser!, es impo...-

            Lo siguiente que vio Terence fue como su compañero era literalmente engullido por la piedra.

            -¡Stan!-

            Terence, agobiado, llegó de un salto a la roca y se puso a examinarla y golpearla gritando sin parar el nombre de su compañero, pero Stan, no contestó.

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